Ya se sabe que dentro de mil millones de años la vida en la Tierra será insoportable, ya que nuestro planeta se quemará tras el drástico aumento en volumen y luminosidad de nuestro Sol (en un 20%), que para entonces habrá empezado a consumir todo su hidrógeno, convirtiéndose en una gigante roja más.
Por contra, las enanas blancas, núcleos de gigantes rojas, son más estables, ya que se enfrían (pierden luminosidad) muy lentamente debido a su gran densidad, según indica el estudio. Además, forman el centro de una nueva nebulosidad, generada tras la muerte del coloso rojizo, un lugar donde, en teoría, pueden surgir planetas.
Según los cálculos del científico, si un planeta se forma a una distancia de 0,01 unidades astronómicas, en la zona de habitabilidad estelar el nuevo cuerpo contará con unos ocho mil millones de años para desarrollarse. Por su parte, la Tierra permanece en una zona habitable durante 4.500 millones de años, es decir, que la vecindad con una enana blanca parece a priori beneficiosa para la posible aparición de la vida.
Imagen: wikipedia.org (Comparación de tamaños entre la enana blanca (centro abajo), una estrella de clase espectral A (izquierda) y el Sol (derecha)
Esta nueva hipótesis ha suscitado polémica, ya que muchos científicos dudan que un planeta pueda sobrevivir o albergar vida tan cerca de una estrella, debido a las dosis letales de radiación que reciben. Sin embargo los cálculos de Fossati demostraron que la superficie del planeta acumula 1,65 más radiación ultravioleta que la Tierra. Es decir, una dosis “moderada” desde el punto de vista astrobiológico, lo que podría fomentar la generación de ozono en la capas atmosféricas del planeta, fenómeno favorable para el desarrollo de la vida.