El ‘aerogami’ de tamaño récord terminó su único vuelo libre de menos de una milla de trazado estrellándose contra el desierto en el mismo estado, como no podía ser de otra manera, según admite su joven diseñador.
Arturo Valdenegro, de 12 años, fue elegido para liderar el proyecto mediante un sorteo. El avioncito de papel de tamaño convencional, armado y lanzado por él, ganó en un concurso organizado por el museo aeroespacial. Voló más lejos que los otros. Pero fue más que un juego: la iniciativa buscaba interesar a los adolescentes en la aviación y la ingeniería.
Escuchó muchos consejos acerca de la construcción de aparatos voladores, pero el diseño original del avión fue suyo. Por supuesto, había un colectivo que le ayudaba a cortar y pegar los detalles de cartón y papel simple, siguiendo el patrón que Arturo había confeccionado.
El día de la prueba el insólito aparato fue elevado por un helicóptero de carga a una altura de 1.200 metros, antes de ser soltado en el aire. Luego surcó el cielo a 160 kilómetros por hora, aunque este vuelo solo duró 7 segundos, cuando una racha de viento lo precipitó aceleradamente contra el suelo.