Un equipo de investigadores encabezado por Crystal Smith Spangler, de la Universidad de Stanford, EE.UU., revisó 17 estudios hechos en humanos y 223 estudios sobre los niveles nutritivos y de contaminación de los alimentos orgánicos, llevados a cabo entre 1966 y 2011.
“Hay quienes creen que la comida orgánica es siempre más saludable y más nutritiva”, señaló Smith en el informe publicado en la revista ‘Annals of Internal Medicine’. “A mis colegas y a mí nos sorprendió encontrar que eso no es así”, agregó.
Los científicos concluyeron que no hay diferencias significativas en el contenido vitamínico de las frutas y verduras orgánicas y las convencionales.
La definición de “alimento orgánico” por lo general se entiende que son aquellos producidos sin el uso de fertilizantes y pesticidas químicos, o en el caso de productos animales, sin el empleo de hormonas y antibióticos. Además las regulaciones requieren que los productos se procesen sin irradiación o aditivos químicos y no se obtengan de organismos modificados genéticamente.
El consumo de los alimentos descritos como “orgánicos” ha crecido significativamente en varios países, y por lo general los consumidores pagan casi el doble por estos alimentos en comparación con los precios que tienen en los mercados las frutas, verduras, carnes, huevos y productos lácteos, etc., producidos de forma convencional.
Un estudio hecho en 2010 por el Instituto Nielsen encontró que el 76% de los compradores de alimentos ecológicos los adquiría creyendo que son más saludables, el 53% porque evitan los pesticidas y fertilizantes, el 51% porque considera que son más nutritivos, y el 40% porque opina que la agricultura ecológica beneficia al medio ambiente.
Asimismo, en las investigaciones se encontraron residuos detectables de pesticidas en el 7% de los productos orgánicos y en el 38% de los productos convencionales. Pero sólo tres de los estudios hallaron residuos de pesticidas que excedían los límites impuestos por la Unión Europea para los productos tanto orgánicos como convencionales.
Finalmente, los investigadores determinaron que los riesgos de contaminación bacterial eran prácticamente similares para los alimentos ecológicos y para los producidos por métodos convencionales.