Según la investigación realizada en ratones, una dieta alta en grasas saturadas provocó en los ratones hembras la activación de una enzima y la formación de grasa visceral, que se acumula alrededor de los órganos internos y está vinculada a un mayor riesgo de diabetes tipo 2, enfermedades del corazón y cáncer.
Una de las funciones de esta enzima es la producción de una hormona que produce la formación de células viscerales. La principal fuente de esta hormona es la vitamina A y es producida en mayor cantidad en el organismo de la mujer que en el hombre, explica el artículo.
Cuando los investigadores alteraron genéticamente a los ratones mediante la eliminación de esta enzima, los ratones hembra no engordaron especialmente en la zona abdominal, incluso ingiriendo comida alta en grasas. Los machos también desarrollaron menos grasa, pero en menor proporción que las hembras.
El estudio también revela que la hormona sexual femenina, el estrógeno, reduce la actividad de esta enzima, algo que puede explicar por qué una mujer sube de peso en el periodo posmenopáusico, cuando el nivel de estrógeno disminuye.
Así, la doctora en Nutrición Humana Uliána Zyuzenkova, principal autora de la investigación, pone en duda el hecho de que la alimentación y el estilo de vida producen el aumento de peso en una mujer. “Hay factores genéticos que le dicen al organismo qué hacer con la grasa”, asegura.
Sin embargo, agrega que ahora que se conoce la hormona que provoca el aumento de peso en la mujer, están más cerca de desarrollarse nuevas metodologías para luchar con el sobrepeso.
Una inyección con células que producen calor en la zona abdominal, experimentada también en ratones, logró que los animales perdieran el 20% de grasa después de 80 días de tratamiento, publica la misma universidad estadounidense.