Los genes tienen la culpa del estrés laboral

El estrés vinculado al trabajo y una escasa autoevaluación del trabajador son de naturaleza genética, así lo revela un ensayo recién publicado en una revista de psicología estadounidense. Por lo que no habría que culpar del problema al empleador ni a las condiciones laborales.

Los profesores universitarios Remus Ilies (Singapur), Timothy Judge (Indiana, EE.UU.) y Zhen Zhang (Arizona), analizaron la conducta de casi 600 gemelos. Algunos de ellos fueron criados juntos, otros aparte; unos son idénticos (o monocigóticos) y otros mellizos (o dicigóticos).

Los científicos acumularon las quejas de los empleados, como: “Mis mayores expectativas sobre mí no se cumplen”, “Me deprimo más a menudo que otros”, “No soy un optimista alegre”, “A menudo me siento inadecuado para el trabajo que hago”, “A veces siento como si no tuviera bastante control sobre mi propia vida” y “Me preocupo por si fallo”. Las formalizaron, al darle un valor numérico a cada una, para luego correlacionarla con distintos parámetros genéticos.

Se reveló que formarse en un mismo ambiente tiene poco efecto en la autoevaluación, el estrés y la salud. En su influencia los genes compartidos resultaron ser aproximadamente cuatro veces más importantes que el ambiente compartido. “Eso quiere decir que el estrés tiene poco que ver con los rasgos objetivos del entorno que con el código genético del individuo”, explicó para la prensa el catedrático Judge.

Dos gemelos, James y Sandy, trabajan en una misma organización, sintetizó el investigador. Uno de ellos relata haber sufrido más estrés que el otro. ¿Significa eso que el trabajo de James es más estresante que el de Sandy? No necesariamente. Primero hay que apreciar qué combinación de genes heredaron de sus padres.

Además, sugiere el estudio, hay mucha probabilidad de que cambiar de trabajo para liberarse de las situaciones estresantes no funcione, a menos que el individuo evalúe su predisposición al estrés.