Por ello los investigadores decidieron aplicar un método de observación que no se usaba antes. Renunciaron a microscopios e introdujeron un chip especial sensible a la luz de cuatro por seis milímetros de tamaño. Este se colocó en la parte inferior de una pequeña cámara llena de muestras de semen. El líquido se iluminaba desde arriba con unos LED (diodos emisores de luz) rojos.
Las sombras de las cabezas de los espermatozoides caían sobre el chip, que controlaba su movimiento en el plano horizontal. A la vez, otro grupo de LED azules iluminaba las muestras en un plano inclinado, lo que permitía registrar el movimiento vertical de las células germinales masculinas. Mientras tanto, el dispositivo producía 90 fotos por segundo. Este enfoque permitió a los investigadores estudiar cómo se mueven las células en detalle y en tres dimensiones.
Un 90% de las células se desplazan en una trayectoria ligeramente curva, oscilando un poco la cabeza y aproximadamente un 5% de los espermatozoides siguen una espiral perfecta con un radio de 0,5 a 3 micrómetros.
La desventaja obvia de la tecnología es que permite ver únicamente la cabeza de las células masculinas: su cola es demasiado fina, y el sensor de luz no refleja su sombra. Según los científicos, el movimiento de la cola es también muy importante para entender completamente el proceso fisiológico de fecundación, por lo que la nueva tecnología requiere más elaboración para llegar a conseguir esto.