Según una nueva investigación, dormir 8 horas por día y acostarse más temprano protege a los jóvenes haciéndoles menos predispuestos a padecer de depresión y pensar en el suicidio.
Científicos estadounidenses se centraron en analizar los datos de más de 15.000 adolescentes de entre 12 y 18 años de edad y descubrieron que uno de cada 15 de ellos sufría depresión. La razón, en la mayoría de los casos, es la falta de sueño.
Resulta que los que se van a la cama después de la medianoche tienen más posibilidades de deprimirse que aquellos que se duermen antes de las 22 horas. Además, los que duermen ocho horas tienen menos riesgo de sufrir de depresión y experimentar pensamientos suicidas que aquellos que pasan en la cama menos de 5 horas.
Los investigadores indican que es posible que a los jóvenes deprimidos les cueste dormir. Sus horarios estarían vinculados al trastorno, hecho que al mismo tiempo favorece al desarrollo de la enfermedad. La única manera de superar la depresión sería descansar más, pero a las personas deprimidas les resulta imposible por la permanente recurrencia de pensamientos negativos.
Es un círculo vicioso: emociones desagradables no les dejan dormir y la falta de sueño, a su vez, afecta aún más a las condiciones mentales que conducen a la melancolía y deteriora la habilidad para enfrentar el estrés diario.
El jefe del estudio, el doctor James Gangwisch, asegura que “una calidad de sueño adecuada podría ser una medida preventiva y un tratamiento en contra de la depresión".
Los científicos recomiendan a los padres prestar más atención a los horarios de sus hijos, ya que el sueño sano les permitirá evitar el desarrollo de graves trastornos mentales.
Sarah Brennan, directora ejecutiva de la organzación YoungMinds de caridad para la salud mental en el Reino Unido, aconseja a todos "dormir lo suficiente, comer bien y hacer ejercicio de forma regular, esenciales para tener una vida emocionalmente saludable".
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define a la depresión como el trastorno que en 20 años más será el mayor problema de salud para las sociedades puesto que superará al cáncer y a las enfermedades cardiovasculares según el número de afectados.