No todos los astrónomos son unánimes en discernir un cataclismo protagonizado por dos galaxias en lo que se creía ser una galaxia lenticular, aunque algo deforme. Pero esta explicación de lo que aparece en la imagen, tomada por el observatorio orbital Gemini, es la más evidente, dice el catedrático Brian Svoboda de la Universidad de Arizona (EE.UU.).
El experto considera que la propia geometría de la NGC 660 supone una formación violenta. El luminoso anillo en el centro (40.000 años luz de diámetro) no tiene una orientación polar, sino está inclinado unos 45º respecto al disco ‘anfitrión’.
Además, el anillo es mucho más rico en gas. Según Svoboda, originalmente podía ser una galaxia elíptica, mientras que el disco tiene el aspecto de una galaxia espiral. La no coincidencia de sus ejes podría originar en un “guión del acontecimiento de aumento de la marea”, dice el astrónomo. En términos más simples, sería una “danza de la muerte” gravitacional, causada por varias ondas de choque.
Se supone que hace unos 7 millones de años la primera onda formó muchas estrellas azules gigantes, aproximadamente cien veces la masa solar. Luego se explosionaban una tras otra, apretadas por nubes de gas que colapsaban sobre ellas. Estos nuevos estallidos aumentaban el caos general y creaban nuevas regiones de la formación estelar.
Algunas regiones de la NGC 660 pueden considerarse como zonas de la formación estelar más intensa conocida, opina Brian Svoboda.