Las niñas adolecentes, que durante su niñez vivieron en ámbitos estresantes, corren más riesgo de experimentar ansiedad y depresión que los niños, que vivieron en las mismas condiciones, según el estudio.
Las chicas que en su niñez vivieron en familias, donde sus padres luchaban contra la depresión, problemas financieros o vivían en desacuerdo, mostraron un nivel elevado de cortisol, la hormona del estrés, en comparación con el nivel que mostraban los varones.
La autora del estudio, Cory Burghy, subraya que este grupo de chicas tiene una baja conexión cerebral en las áreas, responsables de la regulación de emociones, lo que aumenta la posibilidad de desarrollo de ansiedad y depresión.