Se trata de una elipse con unos ejes de 1.430 y 1.502 kilómetros de longitud y con una densidad en torno a 1,7 gramos por centímetro cúbico, cuyos tamaño, forma y albedo [fracción de luz reflejada] fueron determinados gracias a una red de 16 telescopios.
El equipo de científicos liderado por José Luis Ortiz, del Instituto de Astrofísica de Andalucía, logró determinar que las temperaturas en la superficie rondan los 230 grados centígrados bajo cero y que el albedo de Makemake (de un 77%) es superior al de Plutón (52%), pero inferior al de Eris (96%), cuya atmósfera se condensó en la superficie, cubriéndola de hielo.
El albedo de Makemake parece indicar la existencia de una atmósfera parcial que hubiera colapsado sobre la superficie y generado los dos tipos de terreno, según indican datos térmicos. "Cabe la posibilidad de que pueda albergar zonas donde se forme una atmósfera local", destaca el director de la investigación.
Para Ortiz, lo más importante de este trabajo es que se ha logrado obtener información de objetos que están a una distancia remota de la Tierra, con lo que se prueba una tecnología muy sofisticada.
Además, este tipo de estudios arrojan luz sobre cómo se forman otros sistemas solares y por qué no dan lugar a verdaderos planetas, y asimismo dan nuevas pistas sobre la procedencia del agua de la Tierra.