Esta es la conclusión a la que llegaron un grupo de científicos de la Escuela Médica de Harvard, EE.UU., y la Universidad de Ludwig-Maximilian en Munich, Alemania, tras realizar un análisis, comparando los cerebros de doce futbolistas profesionales con los de ocho nadadores, ya que estos últimos, evidentemente, no sufren golpes en la cabeza con tanta frecuencia.
La edad promedio de los participantes era de 19,7 años, cada uno de ellos llevaba al menos 13 años en su profesión y no tenía síntomas de conmoción cerebral, ni tampoco de alguna enfermedad neuropsíquica.
Para realizar la comparación, los investigadores emplearon tensores de difusión de imagen, que les proporcionaban la información sobre la difusión de moléculas de agua en la materia blanca del cerebro, y por lo tanto revelaban detalles sobre su arquitectura microscópica y los cambios que se producían en ella.
Los resultados, publicados en la revista 'Journal of the American Medical Association', demostraron que los jugadores tenían cambios en la materia blanca, similares a los que se producen en pacientes con lesiones traumáticas leves y que pueden afectar la atención, el procesamiento visual y la memoria.