Jan Scheuermann, madre de dos niños, sufre degeneración espinocerebelosa, una enfermedad genética que se traduce en el lento deterioro y muerte de las neuronas del cerebelo, un mal que la dejó tetrapléjica hace ya 13 años. "No puedo ni siquiera encogerme de hombros", dice Scheuermann en un artículo publicado por la revista 'LiveScience'.
A Scheuermann le implantaron unos dispositivos electrónicos en la corteza motora que registran las señales emitidas por las neuronas. Estos implantes fueron vinculados -por medio de un ordenador- a un brazo robótico capaz de mover la muñeca como si fuera una mano humana.
La paciente, de 52 años de edad, participó en una capacitación de 13 semanas de duración, al término de la cual pudo utilizar la prótesis para alcanzar objetos de diferentes formas y tamaños, así como trasladarlos a lugares deseados. También fue capaz de completar las tareas requeridas con una tasa de éxito muy alta y unos 30 segundos más rápido que al comienzo del programa.
"Esta tecnología, que interpreta las señales del cerebro para guiar un brazo robot, tiene un potencial enorme que nosotros seguimos explorando", sostiene el principal investigador, Andrew Schwartz, de la Universidad de Pittsburgh.
Uno de los retos de los especialistas es que la mano robótica pueda enviar impulsos sensoriales a las personas, para que estas puedan diferenciar su textura y temperatura.