Los siete minutos de tensión en los que se llevó a cabo el descenso a suelo marciano supusieron el culmen de una compleja operación en la que se hubo de reducir la velocidad adquirida, 21.243 kilómetros por hora, a apenas 2,74 km/h mediante el despliegue de un enorme paracaídas y la activación de una grúa espacial para depositar lentamente el robot.
El Curiosity se posó en Marte en agosto pasado para iniciar una ambiciosa misión de detección de eventuales rastros de vida extraterrestre.
Este robot, dotado de seis ruedas y diez instrumentos espaciales —entre ellos 17 cámaras, un rayo láser capaz de destruir rocas e instrumental de laboratorio para analizar su composición— recoge actualmente datos para preparar una futura misión tripulada.