El explorador de regolito, ya diseñado y denominado por sus siglas en inglés 'OSIRIS-Rex', servirá de herramienta para este programa. La nave interplanetaria será equipada con un manipulador, una especie de mano robótica, que va a taladrar el suelo del asteroide hasta que acumule unos 60 kilogramos de roca.
Los científicos aseguran que el vuelo podría explicar mejor el proceso de conformación del Sistema Solar y cómo se generó la vida. A la NASA le parece incluso más relevante para los habitantes de la Tierra la misión secundaria de medir la radiación térmica de las mismas rocas y el impulso calorífico que generan.
La superficie de cada asteroide se calienta con la luz del día y se enfría por la noche, explican los astrofísicos, y este cambio afecta también su trayectoria en el espacio. Esto es el denominado efecto de Yarkovsky, previsto por el científico ruso en 1900 y confirmado un siglo más tarde: el impuso origina una fuerza que no puede ser apreciada o medida desde la Tierra, aunque es capaz de alterar, al paso por la sombra de un planeta, la dirección del movimiento.
Así, la misión promete ser una buena oportunidad para entender y predecir si al asteroide que se acerca a nuestro planeta se sale o no de su órbita inicial y se transforma o no en un peligro para la Humanidad.