Así lo revela un grupo de investigadores de la Universidad de Utah, EE.UU., quienes explican que la formación de este volcán es el resultado de dos o más masas de roca del tamaño de un continente, las cuales se están desplazando una hacia otra y al mismo tiempo están colisionando.
Este fenómeno ocurre a una profundidad de 2.900 kilómetros bajo la superficie terrestre. Como han demostrado mediante varias simulaciones por ordenador, este movimiento dará lugar a la formación de un área de unos 170.300 kilómetros cuadrados —de una región del tamaño de Uruguay— compuesta parcialmente por roca fundida. Una vez que esto suceda, una erupción sería inevitable.
Michael Thorne, el autor principal del estudio y profesor asistente de Geología y Geofísica en la Universidad de Utah, analizó las ondas sísmicas que bombardearon el núcleo de la Tierra. "Lo que nosotros podemos estar detectando es el comienzo de uno de esos grandes eventos eruptivos que si alguna vez sucede podría causar una destrucción masiva en la Tierra", explicó el científico.
Los geólogos creen que la erupción de supervolcanes ocurre una vez cada 50.000 años y que a pesar de que en la Tierra se han desarrollado unos 40, la mayoría de ellos se ha desvanecido hace mucho tiempo.