Según investigadores del laboratorio geofísico ‘Deep Carbon Observatory’ del Instituto Carnegie (EE.UU.), las bacterias anaeróbicas halladas en la corteza oceánica permiten contemplarla como el mayor ecosistema del planeta, ya que ocupa un 60% de la superficie terrestre.
Los científicos plantean la teoría de que los ambientes subterráneos actuaron como un laboratorio para el desarrollo de la vida, ya que en el fondo marítimo existe todo lo necesario para la vida: moléculas ricas en carbono, agua y energía.
"Podemos encontrar formas de vida totalmente nuevas a mayores profundidades, mayores temperaturas y presiones", advirtió John Baross, profesor de la Universidad de Washington, en Seattle.
Debido a que los microorganismos hallados pertenecen a un ecosistema que se basa en la quimiosíntesis —obteniendo energía de las reacciones químicas del agua con las rocas— y no en la fotosíntesis, los investigadores consideran que esta supervivencia de microorganismos en condiciones extremas podría aumentar la esperanza de encontrar formas de vida en otros planetas.