Según el estudio, llevado a cabo por un grupo internacional de científicos, el fondo de la fosa, que se encuentra a 11 kilómetros de profundidad en el Océano Pacífico, contiene altos niveles de actividad microbiana.
Para el profesor Robert Turnewitsch, uno de los autores del estudio, este trabajo se suma a las crecientes evidencias de que “existen criaturas que pueden hacer frente a temperaturas cercanas a la congelación, a grandes presiones y a una oscuridad completa”.
En el año 2010 un grupo de científicos envió un sumergible no tripulado a la fosa de las Marianas para recoger muestras de sedimento. Un posterior análisis de los niveles de oxígeno en la muestras reveló la presencia de un gran número de microbios, según explica Turnewitsch.
“Estos microbios encontrados respiraban como nosotros y el consumo de oxígeno es una medida indirecta de la actividad de la comunidad”, señaló Turnewitsch, quien también explicó que las partes más profundas del mar no son "zonas muertas", como se pensaba.
La investigación sugiere que la fosa de las Marianas podría desempeñar un papel fundamental en el ciclo del carbono y, por lo tanto, en la regulación del clima del planeta.