Los motores han sido hallados a 4.267 metros de profundidad gracias a la utilización de un sónar, un dispositivo que usa la propagación del sonido bajo el agua para navegar, comunicarse o detectar objetos.
Según señalan los informes del vuelo, los F1 funcionaron unos pocos minutos antes de separarse del cohete para precipitarse después a la Tierra en algún lugar del océano Atlántico.
Bezos los ha descrito como una "maravilla moderna" que generaron 32 millones de caballos de potencia y que quemaron 2.700 kilogramos de queroseno por segundo.
El multimillonario ha señalado que aunque la misión ha sido financiada con fondos privados, “los motores seguirán perteneciendo a la NASA”, a la que pedirá permiso para poder exhibirlos en un futuro en el Museo del Vuelo en Seattle (Estados Unidos).