La velocidad de la luz en el vacío es de 299.792.458 metros por segundo. En la fibra óptica convencional (de cristal de silicio) la luz viaja a una velocidad un 31% inferior al aumentar la latencia, es decir, la suma de retrasos temporales dentro de una red.
Con el objetivo de contrarrestar esta pérdida de velocidad, científicos británicos han creado una fibra hueca de cristal fotónico ultrafino. Los cristales fotónicos son nanoestructuras ópticas diseñadas de tal modo que su función dieléctrica varíe periódicamente en el espacio para determinar el movimiento de los fotones de una manera similar a la que la periodicidad de un cristal semiconductor determina el movimiento de los electrones.
El innovador núcleo de la fibra mide 26 micrómetros y consiste en 19 ‘células’, pero carece de un tubo central, que aumentaría el grosor de las paredes del núcleo. Estas características, sumadas a los 6,5 anillos de agujeros del revestimiento (cada agujero tiene un diámetro 0,97 micrómetros), permiten no solo minimizar la latencia, sino también garantizar una menor pérdida de velocidad (de 3,5 decibelios por kilómetro) y un ancho de banda amplio (160 nanómetros).
Para trasmitir los datos, los investigadores de la Universidad de Southampton usaron la multiplexación por división de longitud de onda (WDM, por sus siglas en inglés). Se trata de un método en el que varias señales portadoras se transmiten por una única fibra óptica a distintas longitudes de onda cada una, utilizando luz procedente de un láser. Cada portadora óptica forma un canal óptico que puede ser tratado independientemente del resto de canales que comparten el medio (la fibra óptica) y contener un tipo de tráfico diferente, lo que permite multiplicar el ancho de banda efectivo de la fibra.
Como resultado, los investigadores consiguieron una tasa de transmisión de 73,7 terabits por segundo, el índice más alto conseguido hasta ahora.