“A tenor de la morfología de la mandíbula inferior, la cara de la persona de Mezzena parece ser, de alguna manera, intermedia entre los neandertales clásicos, que tenían una mandíbula inferior retraída [sin barbilla], y los humanos modernos, que presentan una mandíbula inferior saliente”, explica la antropóloga Silvana Condemi, coautora del estudio.

Si los análisis confirman esta hipótesis, se trataría de la primera prueba fehaciente de que los humanos y los neandertales se cruzaron. La hipótesis cobra más fuerza e interés teniendo en cuenta que tanto los neandertales como los humanos modernos habitaron aproximadamente las mismas regiones durante miles de años.
Según sugieren los investigadores, la llegada de los humanos no fue bienvenida por los neandertales, ya que los homo sapiens pudieron agredir sexualmente a las hembras de aquellas.