Varios indonesios de la isla de Sumatra fueron expulsados de sus hogares por una manada de elefantes hambrientos. Ya van más de dos semanas en las que los habitantes de la aldea de Petani temen volver a sus casas, refugiándose en el lado opuesto del pueblo, informa la agencia rusa RIA Novosti.
Sin embargo, va en descenso la cantidad de paquidermos que embistieron contra la aldea en busca de comida. De los 45 animales originales van quedando muy pocos en los últimos días; poco a poco regresan a su hábitat natural.
Los habitantes de Petani ni siquiera intentaron ahuyentar a los enormes “asaltantes” por temor a que se pusieran más agresivos. El alcalde del poblado se queja de que no sabe qué hacer, porque matar a elefantes está prohibido por la ley local.
Éste no es el único caso en Sumatra, la sexta isla más grande del mundo. El año pasado ocurrió lo mismo en otras dos aldeas de la provincia indonesia: en aquel entonces como mínimo dos personas fueron víctimas de los elefantes.
Tal conducta de los animales se explica por la actividad destructiva del hombre en la isla. El talado de los bosques, hábitat de la subespecie más pequeña del elefante asiático, es causa directa de la considerable caída de su población de casi 1500 animales en la década de 1980 hasta unas 350 cabezas en la actualidad.
Según los especialistas, cada rebaño de elefantes de Sumatra necesita de unas 400 hectáreas del bosque para alimentarse.
Los elefantes son objeto de temor también en la India, donde de vez en cuando irrumpen en campos y plantaciones en busca de alimentos, causando pánico y destrucción entre la población, incluso dejando a veces heridos y víctimas mortales. Esto ocurre habitualmente en la época de maduración de las cosechas.