San Bernardo, un pueblo frío y montañoso de los Andes colombianos, esconde un raro secreto: muchos de los cuerpos que se entierran en su cementerio se mantienen en un perfecto estado de conservación durante años.
Los cadáveres momificados conservan la ropa, la piel, el pelo e incluso las flores con las que los enterraron. Todo se mantiene asombrosamente casi intacto.
Según los expertos, "se trata de un rarísimo proceso de momificación natural al que no se le ha encontrado aún una explicación científica".
La mayoría de las momias están expuestas porque nadie las ha reclamado. Otras, sin embargo, han sido cedidas por sus familiares para atraer turistas al pueblo.
Algunos investigadores citan como posible causa de este fenómeno la gran variedad de verduras que consumen los habitantes de este pueblo, entre ellas la chailota, con supuestos beneficios regenerativos. Otros, por el contrario, aluden a la composición de la tierra o a la posición estratégica del cementerio.
Sin embargo, aunque no exista un acuerdo sobre cuál puede ser la causa real de este fenómeno, lo cierto es que, como dicen sus habitantes, San Bernardo, un pueblo pequeño, remoto y eminentemente agrícola de la provincia colombiana de Cundinamarca, "vuelve a estar en los mapas gracias a sus muertos".