Gaujar Zaidénova, de 16 años, dedicó su investigación a la “síntesis de los compuestos depresores y posibles mejoras en las propiedades físico-químicas de los derivados de petróleo”. Planteó en principio ofrecer algunas innovaciones a la industria espacial. Pero luego surgió un combustible líquido completamente nuevo que, según las estimaciones preliminares, sería mucho más barato y menos contaminante que los análogos existentes.
En sus experimentos prácticos la joven química recibió toda la asistencia necesaria de la refinería que se sitúa en su ciudad natal. Con la literatura científica tuvo más dificultades: pedía préstamos a distintas bibliotecas del extranjero. Algunos artículos los tradujo por sí misma del inglés al kazajo.
El informe de Zaidénova no solo ganó la competición, sino que el jurado lo retuvo para unas investigaciones posteriores. “Ellos dijeron que el tema era muy actual y necesitaba un desarrollo ulterior”, confesó Gaujar a los medios de información locales.
“Para mí es una gran victoria —agregó—. En un futuro quiero continuar mi búsqueda en este campo”. Y eso que ya ha dedicado a los hidrocarburos dos años de la mejor época de su vida: la adolescencia.
Además, Gaujar cree que su trabajo será muy útil para Kazajistán y en especial para la región en la que vive: la provincia de Atyrau, donde se está desarrollando rápidamente el sector petrolero.