La primera explosión solar, de clase X1,7, se registró el 13 de mayo a las 2:17 GMT.
El segundo destello, de clase X2,8, se produjo a las 16:16 GMT en la región activa que se encuentra en el extremo oriental del Sol, según datos del Centro de Predicción del Clima Espacial de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de EE.UU. (NOAA).
Erupciones de clase X tan potentes no se registraban en el Sol desde octubre de 2012, cuando los rayos X alcanzaron la clase X1,8.
Los destellos solares se dividen en cinco clases (A, B, C, M y X) en función de la potencia de la radiación de los rayos X. La clase más baja es A0,0, que corresponde a la potencia de radiación en la órbita de la Tierra de 10 nanovatios por metro cuadrado. Cada clase tiene una potencia diez veces superior a la anterior.
Las explosiones de clase X son las más fuertes, y pueden causar pérdidas de radio en todo nuestro planeta, tormentas radioactivas de larga duración y pueden tener efectos nocivos sobre los seres vivos, el clima, las telecomunicaciones, los satélites y el suministro de energía eléctrica.
Las erupciones en el Sol ambién suelen ir acompañadas de emisiones de plasma solar. Si la nube de plasma alcanza la Tierra se produce una tormenta magnética.
"La situación de la fuente del destello que se ha producido hoy no es geoefectiva, si las partículas cargadas expulsadas durante la explosión no se dirigen hacia la Tierra, es muy poco probable que se dé una tormenta magnética", explica el director del Centro de Pronósticos del Clima Espacial del Instituto de Magnetismo Terrestre, Ionosfera y Propagación de Ondas de Radio (IZMIRAN) Serguéi Gaidash.
El Sol pasa por ciclos regulares de actividad y cada 11 años aproximadamente se producen inflexiones en las que suelen producirse erupciones solares que pueden deformar y alterar considerablemente el campo magnético de la Tierra.