En una reciente conferencia dedicada a la Misión Internacional a Marte celebrada en Washington, el director del proyecto Hall Thruster Experiment del Laboratorio de Física del Plasma de Princeton, Nathaniel Fisch, ha señalado la importancia del uso de naves espaciales eléctricas en el proyecto marciano.
Fish clasificó estos cohetes de elemento clave de la misión, ya que podrían transportar al planeta rojo los suministros y equipos necesarios.
La conclusión del científico se basa en las ventajas que ofrecen los vehículos a motor eléctrico, mucho más económicos que los dispositivos químicos.
El motor eléctrico de una nave espacial puede ser alimentado principalmente de dos maneras: con energía solar o mediante la fisión nuclear. Aunque ambos métodos se han probado con éxito, la propulsión eléctrica solar es la más utilizada debido a su bajo coste.
"Hay una red eléctrica de una determinada tensión, donde se forma plasma. Los iones se aceleran en el plasma y luego salen expulsados de él debido a la alta presión", explica el principio del funcionamiento de un motor eléctrico Fisch.
Estos motores se distinguen por consumir poca energía en comparación con los cohetes químicos más habituales, que se propulsan con energía obtenida de la reacción química entre dos sustancias, un combustible y un oxidante.
"La propulsión eléctrica es la más eficaz que conocemos en este momento, aparte de que permite reducir el consumo de combustible a la mitad o a menos de la mitad," dijo Christian Carpenter, ingeniero espacial del departamento de Sistemas de Exploración del fabricante de motores de cohete Aerojet.
Este ahorro de energía tan significativo de la nave espacial eléctrica redundaría también en un peso mucho menor en comparación con las naves químicas. Al ver reducido su peso, al cohete podría llevar más instrumentos, como transpondedores para satélites de comunicaciones.
Sin embargo, no todo son ventajas, ya que el ahorro de combustible se traduce también en una baja potencia de propulsión, lo que provoca que la nave requiera más tiempo para adquirir velocidad y, en consecuencia, tarde más en llegar a su destino.
Debido a eso, las naves eléctricas se utilizarían en la Misión a Marte como vehículos de carga, ya que tardarían unos dos años en llegar al planeta rojo, mientras que la primera tripulación de la misión llegaría a Marte más rápido, en tan solo seis meses, en una nave típica química.