La superficie de Marte está completamente cubierta de una fina corteza: regolito. Los científicos creen que la vida podría ocultarse bajo esta capa o en las grietas de las rocas. "Tenemos ganas de perforar a una profundidad mayor de medio metro. Después tendremos que sacar el regolito con los microorganismos y extraerlos con una unidad especial, que estará en el rover", dice el jefe del Instituto de la Investigación Espacial de Rusia, Georgi Managadze.
La Agencia Espacial de Rusia (Roscosmos) colabora con la Agencia Espacial Europea (ESA) en el proyecto ExoMars, que cuenta con unas sondas espaciales diseñadas para buscar rastros de vida en el planeta rojo. La misión prevé enviar a Marte una sonda orbital en 2016 con una estación meteorológica a bordo, y luego, en 2018 mandar dos rovers.
Managadze afirma que la clave para el éxito de la misión consiste en el taladro. Los estadounidenses perforan en la superficie, por eso no pueden encontrar nada, sólo gastan los recursos de la NASA, opina el experto ruso. "Perforan sólo 5 centímetros, quiero decir que hay que cavar más profundo. Este es un principio común para el estudio de la vida y en la ciencia: solamente cuando cavas profundamente obtienes un resultado", dice Managadze, citado por Roscosmos.
El objetivo de la misión ExoMars es analizar la geoquímica y geofísica en el planeta, incluida la distribución de agua, y detectar los posibles elementos peligrosos para una subsiguiente misión tripulada. El ingenio se alimentará gracias a paneles fotovoltaicos. El coste estimado del proyecto es de unos 1.100 millones de dólares.
ExoMars llevará a bordo un laboratorio donde se realizarán los análisis moleculares de las muestras obtenidas. Este módulo biológico incluirá, entre otros, instrumentos de alta sensibilidad para estudiar una gama pequeña de moléculas de origen biológico e instrumentos para separar y analizar los compuestos de material evaporado mediante el uso de un láser.