El equipo médico decidió realizar un tomografía axial computerizada para obtener la imagen tridimensional de la vía dañada y posteriormente crear implantes flexibles personalizados con una impresora 3D para sujetar los tejidos del bronquio dañado.
El material utilizado para la construcción del implante fue un plástico especial que tiene la propiedad de degradarse y ser absorbido naturalmente por el cuerpo del bebé pasados unos años conforme se genere tejido sano para reemplazarlo, explicó Scott Hollister, el ingeniero biomédico que dirigió el trabajo.
El pequeño Kaiba, que ahora tiene casi 19 meses de edad, no ha vuelto a presentar nuevas crisis respiratorias. Así, la impresora 3D no solo sirve para crear armas, comida o cualquier rareza que se le venga a la mente a un ser humano. Puede también salvar vidas.