El 11 de marzo de 2011 un terremoto submarino de magnitud 9,0 sacudió Japón. El terremoto provocó un fuerte tsunami que azotó el este del país unos 30 minutos más tarde, matando a más de 15.000 personas.
Los científicos de la Universidad de Stanford reconstruyeron el terremoto nipón mediante una tecnología especial y revelaron que las ondas de sonido producidas por ese terremoto en el océano llegaron decenas de minutos antes del tsunami. En caso de que los expertos interpreten de manera correcta y rápida las ondas de sonido, se puede emitir una advertencia de la llegada de un gran tsunami, opinan los científicos. Al mismo tiempo subrayan que elaboraron un sistema que permite seguir la actividad sísmica.
Aunque existen diversos sistemas capaces de detectar terremotos submarinos, no pueden establecer con seguridad cuál formará un tsunami o, por ejemplo, predecir el tamaño de la ola. Además existen dispositivos especiales para el océano que pueden detectar el acercamiento de un tsunami, pero habitualmente estos proporcionan tan solo unos minutos de aviso previo.
Puesto que el sonido del sismo llega a la tierra mucho antes de que llegue el agua, los investigadores creen que la identificación correcta de las características acústicas de los sismos que generan tsunamis podrían favorecer un sistema de alerta que proporcione más tiempo para evacuar la zona en peligro.