Los científicos compararon el ADN medieval con el de los microbios modernos y descubrieron que son casi idénticos.
Basándose en este descubrimiento concluyeron que después de varios siglos de epidemia, en el siglo XVI los pueblos europeos "adquirieron resistencia a la lepra, tuvieron ciertas mutaciones genéticas que los hicieron menos susceptibles" al Mycobacterium leprae, explica el profesor Stewart Cole de la Escuela Politécnica Federal de Luisiana, Suiza.
La lepra, también llamada enfermedad de Hansen, se propagó por toda Europa en la Edad Media. Se estima que a finales del siglo XIII un tercio de la población de Escandinavia tenía esta severa dolencia. La enfermedad se consideraba mortal y altamente contagiosa, por lo que las personas infectadas vivían aisladas en las leproserías. Pero para finales del siglo XVI, la epidemia llegó progresivamente a su fin.
En la actualidad, las infecciones de lepra en Europa son mínimas, ya que se estima que un 95% de la población desarrolló inmunidad a esta enfermedad. Sin embargo, a nivel global la lepra sigue siendo un problema importante con unos 225.000 nuevos casos registrados cada año en distintas partes del mundo.