Park instaló un grupo de platos de 60 centímetros de diámetro montados sobre altavoces formando un pentágono, y los conectó a un software que decodifica las ondas cerebrales.
La artista usa un auricular de electroencefalografía (EEG) de la compañía Neurosky que detecta las ondas alfa, beta, delta y theta y su movimiento de los ojos. Esta información es enviada a través de un software que las convierte en ondas de sonido en tiempo real y son reproducidas por los altavoces que hacen vibrar el agua.
Luego de mucho practicar, Park logró calibrar sus pensamientos con el EEG, asociando cinco emociones diferentes con cada altavoz: la ira, la tristeza, el odio, el deseo y la felicidad. Al crear un patrón específico para cada sentimiento, logró parcialmente controlar el movimiento del agua.