Esta la conclusión a la que han llegado los psicólogos británicos tras consagrarse durante una década a investigar el aprendizaje del sentido del humor
con niños de diferentes edades y con sus padres. Los niños aprenden muchas cosas, incluyendo cómo ser divertido, y lo hacen imitando a los adultos, razón por la que es muy probable que desarrollen un sentido de humor parecido al de sus progenitores, insisten los científicos.
También afirman que cuando los padres imitan a los personajes de los dibujos animados favoritos de sus hijos o empiezan a hablar con un tono diferente cuando bromean, esto ayuda mucho a los niños a desarrollar más y más rápidamente su propio sentido de humor.
Los especialistas de la Universidad Cardiff reclacan que un sentido de humor bien desarrollado estimula el sistema inmunológico, contribuye a ver la vida con más optimismo y aumenta la autoestima.