Un equipo de científicos dirigido por Dorit Ron, de la Universidad de California en San Francisco, EE.UU., descubrió que al bloquear en el cerebro de las ratas el complejo molecular mTORC1, que es responsable de la memoria y de los procesos de aprendizaje, se reducía la reacción de los roedores al olor y al sabor del alcohol, que en parte provocan el deseo de seguir consumiéndolo.
Los investigadores consiguieron bloquear la actividad del mTORC1 (y con ella los recuerdos del alcohol) con un antibiótico llamado 'rapamicina'.
Durante siete semanas los científicos propusieron a las ratas elegir entre agua pura o un agua con un contenido del 20% de alcohol que causó la afición de los animales a la embriaguez. El contenido medio del alcohol en la sangre de los roedores participantes del experimento alcanzó 0,8 partes por millón, el máximo nivel permitido por muchas legislaciones para conducir.
A continuación los científicos del equipo de Ron sometieron a las ratas a 10 días de abstinencia, después de los cuales les dieron una gota de agua con un contenido de alcohol suficiente para provocar con su olor y sabor el recuerdo de la deseada sustancia. Los animales fueron entrenados para apretar una palanca que les permitía recibir la codiciada gota.
Inmediatamente después de la 'golosina' los investigadores les proporcionaban rapamicina. Después de dos semanas de tratamiento con el antibiótico los roedores empezaron a usar mucho menos la palanca para conseguir la embriagadora recompensa. Sin embargo, los resultados han demostrado que el medicamento no afectó a las ratas adictas al agua azucarada, inofensiva para su salud.
Los científicos creen que después de investigaciones más profundas el bloqueo del complejo mTORC1 podrá ser utilizado en el tratamiento de trastornos de estrés postraumático y adicciones a las drogas en los humanos.