Dunietz quería conocer más sobre las composiciones de Guèbrou, que define como "una peculiar combinación de música clásica, etíope y 'blues'". Tras repetidas visitas durante varios años, la religiosa cedió ante la insistencia de su admiradora y le dio todo el material del que disponía.
"Me entregó cuatro bolsas de plástico con cientos de páginas desordenadas, de cualquier manera, escritas con lápiz; algunas tendrían 60 o 70 años de antigüedad", dijo Dunietz al diario británico 'The Guardian'. Dunietz publicó estas composiciones en un libro.
Pero para Dunietz eso no es suficiente. Quiere dar a conocer el talento de esta mujer que ha entregado más de 70 años a Dios sin dejar nunca de lado su otra gran pasión: la música. Este martes, un elenco de aclamados músicos, con Dunietz a la cabeza, interpretará en Jerusalén una selección de obras de la religiosa. Será la primera vez que las piezas de Guèbrou se escuchen en concierto.
Guèbrou, originaria de una familia aristócrata de Etiopía, confesó sentirse un tanto abrumada por su repentina fama, por lo que ha continuado su clausura y no tiene intención de atender a las numerosas llamadas de los medios.