"El edificio es un desastre. Bueno, no, porque los desastres son interesantes. El One World Trade Center es un fracaso. Es aburrido. Es el tipo de edificio que construirían en Canadá". Esta es una de las muchas críticas que el artista vierte en un artículo de opinión que le encargó 'The New York Times', pero que el diario prefirió no publicar. Sin embargo, el propio artista se ha encargado de darle difusión a través de su página web.
Según Banksy, es "una traición" para los familiares de las víctimas de los atentados terroristas del 11-S, ya que esos 104 pisos de altura "parece que nunca quisieron ser erigidos."
El grafitero de Bristol (Reino Unido), al que solo se conoce por su pseudónimo de 'Banksy', compara la que será la torre más alta de la Gran Manzana con el típico "chico alto que, en una fiesta, se encoje para no llamar la atención". Y de una manera tajante dice: "Nunca antes había visto un rascacielos tímido".
En su ataque en tinta, Banksy carga también contra la ciudad de Nueva York y asegura que con este edificio, aún en construcción, "declara haber perdido sus días de gloria". Y, en tono irónico, pide a las autoridades que sean niños quienes lo terminen.
Esta ácida crítica llega después de que Banksy, quien pasará un mes en la ciudad de los rascacielos, encontrara dificultades para llevar a cabo su arte urbano y de que el alcalde de la ciudad, Michael Bloomberg, criticara las obras del misterioso grafitero. "El arte es arte, y nadie lo apoya más que yo, pero arruinar y desfigurar la propiedad pública o privada no es mi definición de arte".
Muy distinto piensa el elevado número de seguidores que veneran al artista callejero y aquéllos que han llegado a pagar cifras astronómicas por sus obras.
Banksy ha creado imágenes sumamente populares como la de dos policías británicos fundiéndose en un beso o un manifestante lanzando un ramo de flores a modo de cóctel molotov. Precisamente, este último grafiti alcanzó en junio en Londres un precio de martillo de 163.000 libras esterlinas (unos 260.000 dólares).