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El esplendor del espectáculo de Nureyev en sus trajes

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Como un gran espectáculo con la participación de diferentes personajes, de diferentes épocas se presentó la exposición ‘Rudolf Nureyev. Los hilos del tiempo’ en el palacio Sheremetiev, en San Petersburgo. El eje de la muestra compone una centena de los trajes del bailarín destacado y representan
El esplendor del espectáculo de Nureyev en sus trajes

Como un gran espectáculo con la participación de diferentes personajes, de diferentes épocas se presentó la exposición ‘Rudolf Nureyev. Los hilos del tiempo’ en el palacio Sheremetiev, en San Petersburgo. El eje de la muestra compone una centena de los trajes del bailarín destacado y representan varias etapas de su creación. El mismo héroe de la muestra cuyo destino se dividió en los periodos soviético y europeo se convirtió en la encarnación viva del programa cultural del 'año cruzado Rusia-Francia'.

En los escaparates dispuestos se representan los trajes de Desiree de ‘La Bella Durmiente’, obra de Piotr Chaikovski, Abderakhman de ‘Raymonda’, obra de Alexandr Glazunov, el príncipe de ‘El Cascanueces’, obra de Piotr Chaikovski, Romeo de ‘Romeo y Julietta’, obra de Serguéi Prokofiev. También hay trajes de sus parejas en los ballets clásicos Yvette Chauviré, Sylvie Guillem y Gillen Tesmar.

En la exposición hay dos de ‘La bayadera’, obra de Leon Minkus, de la coreografía de Leningrado en el año de 1960 y de la coreografía europea, del año de 1974. Este espectáculo en Gran Opera fue la de despedida para Rudolf Nureyev. El 'Acto de Sombras' de este ballet recuerda sobre este hecho siendo transmitido en el despacho negro de la muestra. La montaña entera de los zapatos de ballet se manifiesta como el símbolo del gran trabajo del bailarín.

El efecto teatral durante la visita de la exposición, hecha por el escenógrafo Emil Kapelush se alcanza gracias a las luces especiales y el uso de los fragmentos de vídeo de las actuaciones en las que Nureyev participaba.

El teatro siempre fue la verdadera pasión de Nureyev. Sus espectáculos él los rellenaba con esplendor y suntuosidad. Los trajes para tales eventos estaban hechos a base de un patrón creado por el mismo bailarín quien conocía perfectamente su cuerpo. Le gustaban los trajes desde su niñez y participaba en la creación de estos ya en el colegio coreográfico, haciendo a los sastres implicar cambios y mejoramientos que después servían también para los trajes de otros bailarines.

Cada uno de sus 48 trajes que envió a la exposición el Centro Nacional del Traje de Escena en Francia es una obra maestra. También con sus tesoros de las colecciones que compartieron el Museo del Arte Teatral y Musical en San Petersburgo, la Academia del Ballet Ruso Agrippina Vagánova, donde estudió el bailarín, el Teatro de Ópera y Ballet en Bashkiria.

Los trajes provocaban un temblor en el bailarín: entendía cómo fueron de importantes para crear un imagen en el escenario. Añadía nuevas líneas a sus vestidos ligeros y así subrayaba la belleza de su baile. Además hizo más corto el coleto. Las telas también estaban de gran importancia para él. Apreciaba mucho los tonos marrón, turquino, azul claro, los tejidos sedosos y aterciopelados.

Nureyev usaba los trajes y zapatos hasta deteriorarlos. Los historiadores recuerdan sus pantalones de ballet ‘El corsario’, obra de Giuseppe Verdi. Estos fueron zurcidos varias veces y los llevaba en todos los espectáculos.

“El traje de Nureyev testimonia sobre la afición de Nureyev hacia los objetos –su ropa de ensayo, zapatos, trajes, termo, toallas que llevaba- consigue por todas partes como el eterno viajero en exilio, que reencuentra su identidad en las clases, estudios de ensayo y en el escenario. Estos objetos testimonian sobre su vida real”, se destaca en la página web oficial de la fundación Rodolf Nureyev.

Para los ciudadanos de San Petersburgo esta muestra lleva su propio valor. Porque la figura magnética en el escenario mundial de ballet de la segunda mitad del siglo XX, inició su carrera en esta ciudad y de esta misma ciudad partió en el año de 1961 para convertirse en un 'no retornado'. Siendo uno de los propagandistas más vivos de la escuela de ballet ruso, fue casi inaccesible en su patria.

Pero todas las pasiones políticas que estaban hirviendo alrededor del artista los organizadores de la exposición las dejaron fuera. Lo más importante es que el talentoso fue un conductor de los tesoros de la escuela rusa de ballet para imponer su autoridad internacional, destaca Natalia Metelitsa, la jefa del Museo del Arte de Teatro y Música.

Los trajes explican muy claramente la estética de su coreografía para los grandes conjuntos de ballet. Adoraba los espectáculos ricos y solemnes. Su imaginación fue saturada con el esplendor de los ballets imperiales y la magnificencia de la Rusia zarista, con los ballets rusos de pompa de Serguéi Diagilev, las decoraciones de que hacían los pintores Alexandre Benois y Léon Bakst. En su creación Nureyev no podía pasar la estética de las películas de Luchino Visconti y Franco Zeffirelli. Le fascinaba la moda y con su propio estilo influyó a la ropa masculina de los 60 en Londres.

 

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