Australia: Científicos no logran resolver el misterio de los restos de un niño de unos 1.000 años

Los investigadores están tratando de identificar los restos de un niño de unos 1.000 años de antigüedad hallados en una playa australiana, que pueden cambiar la visión de los historiadores sobre la colonización del continente.
Según informa el periódico 'The Daily Telegraph', la mandíbula de un niño de entre tres y cinco años de edad que apareció en la playa Mona Vale, Australia, a principios de septiembre pertenece al cráneo descubierto en este mismo lugar hace seis años. 

Durante todo este tiempo los científicos australianos no lograron resolver el misterio del origen de los huesos. El nuevo descubrimiento, por su parte, ha permitido determinar que los restos pertenecían no a un aborigen de las tierras donde fue hallado, sino a un niño o niña de origen asiático o de las islas del Pacífico, añadiendo otro enigma al caso. 

Al principio el método de datación por radiocarbono ha determinado la edad del cráneo de entre 800 o 600 años, pero esta semana los patólogos forenses confirmaron que los restos habían sido fechados para el año 1001, con un desfase de unos 30 años arriba o abajo.

De acuerdo con una de las teorías, los huesos podrían haber sido parte de un esqueleto utilizado por los estudiantes de medicina teniendo en cuenta su buen estado de conservación, sin embargo, no hay evidencia de un agujero de tornillo en la parte superior del cráneo por donde se habría colgado. 

Otra teoría menos real, según opinan los investigadores, pero mucho más misteriosa, dice que ese niño era un inmigrante que llegó a morir al suelo australiano 800 años antes que los colonizadores británicos.  

Scientists left baffled by 1000yo skull and jawbone washed up at Mona Vale http://t.co/Fs7otyI4Pd pic.twitter.com/2zeCgBUGRW

— The Daily Telegraph (@dailytelegraph) 4 октября 2014

Sin embargo, por ahora los científicos no pueden confirmar ninguna de las versiones ni suponer si el menor logró llegar vivo al punto de su destino o cayó por la borda de un barco y luego sus restos se convirtieron en parte de una colección privada.   

"La gente solía recoger los huesos, es horrible pensarlo en la actualidad, pero solían ir por el mundo recogiendo especímenes", explica un antropólogo y profesor titular de criminología forense en la Universidad de Nueva Inglaterra, Xanthe Mallett.