‘Movimiento atrás’ (Reverse Motion), 'opera prima' del ruso Andrei Stempkovski, que cuenta el problema de las relaciones de los trabajadores extranjeros en Rusia, recibió el premio Silver Zenith (Cenit de Plata) al mejor debut en el Festival Internacional de Cine de Montreal.
El festival, fundado en 1977, se concentra en películas experimentales de todo el mundo. En su cartel de este año, siempre compuesto de estrenos, el nombre del director ruso aparecía como algo desconocido. Lo que sí atrajo a primera vista fue su productor, Mijail Kalatozishvili, cuyo nombre en general asegura la calidad de un film. Este actor, director y guionista fallecido el año pasado es autor de ‘El Campo Salvaje’ (Wild Field) que obtuvo, entre otros premios, el Art Cinema Award del festival de Venecia y el premio al mejor guión en el festival más importante de Rusia, el Kinotavr.
‘Movimiento atrás’, que obtuvo el mismo premio, conquistó al jurado en Canadá.
El film cuenta la historia de un joven considerado perdido sin aviso en zona de guerra. Cuando finalmente logra volver a su casa, se encuentra con un niño de Tayikistán que fue rescatado por su madre de una mafia que no quiere cederlo, pues lo trajo a Rusia como un trabajador esclavo. El protagonista, entonces, decide defender a su familia.
La película va más allá del “cine de acción”, si bien comienza y termina en este género: la cinta se persenta quemada, blanca; en la explosión se ve como tallada en piedra la cara de un soldado que no puede adaptarse a la vida fuera de la guerra.
Esta idea tan común a varios filmes actuales aquí se presenta con mucho realismo. La autenticidad de la obra aparece en las particularidades cotidianas, como en los caracteres y las relaciones personales, que convierten la historia en un drama psicológico.
Ésta es en verdad la historia de una madre que sufre por su hijo. Sus encuentros infinitos con los indiferentes empleados, que se sientan bajo los retratos de Vladímir Putin. La historia de cómo ella examina largamente a un niño vagabundo y poco a poco empieza a cuidarle, al mismo tiempo vuelve su propio hijo.
Las relaciones entre los 'hermanos' oscila entre los celos, el miedo, la sospecha y la solidaridad. Así, al director no le toca tanto la acción, como su motivo y reacción consecuente. Como destaca la crítica Marina Timásheva, la reacción no aparece mostrada a través de agitaciones emocionales, sino de pausas grandes y miradas profundas.
Sobre ello afirmó la actriz Olga Demidova: “Cuando una persona tiene un gran dolor, este dolor es muy calmo. Creo que eso es mucho más fuerte que todos los diálogos. Si hubiéramos jugado mucho, si hubiéramos interpretado mucha pasión, esto no habría sido tan impactante. El silencio es más alto que el dolor”.