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Sucedáneo de Halloween en Rusia

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Un féretro con un maniquí disparatado caracterizado como un muerto con el pelo de punta y unos ojos rojos de plástico, etiquetas de gatos negros pegadas en las paredes, sábanas blancas colgantes -que supuestamente deben parecerse a fantasmas- e innumerables calabazas como atributo indispensable. Ex
Sucedáneo de Halloween en Rusia

Un féretro con un maniquí disparatado caracterizado como un muerto con el pelo de punta y unos ojos rojos de plástico, etiquetas de gatos negros pegadas en las paredes, sábanas blancas colgantes -que supuestamente deben parecerse a fantasmas- e innumerables calabazas como atributo indispensable. Exactamente así ha sido la decoración de uno de los clubes moscovitas en la noche del 29 de octubre, en vísperas de Halloween. Un lugar acogedor e ideal para los demonios caseros, donde todos los espíritus malignos serán bienvenidos, siempre y cuando tengan las billeteras listas para afrontar los gastos de las bebidas.

Los clubes moscovitas hicieron todo lo posible para atraer a su sabbat a cuantos más vampiros, brujas, ángeles negros y zombis mejor. Incluso maquillaron a sus mozos, para 'completar' el ambiente general de espanto al que apuntaban. Pero la espeluznante noche de brujas 'a lo ruso' ha tenido el mismo éxito que en los años anteriores, es decir casi nulo. Si bien es cierto que no ha sido un fracaso total, ya que alguno que otro ha apoyado la iniciativa poniéndose unos cuernos de diablo, para el despliegue festivo que se hace en Halloween en EE. UU., por ejemplo, hay una distancia de años luz.

"Me siento incómoda en estos disfraces"


"Yo vine aquí porque me dijeron que iba a ser una fiesta infernal literalmente, Halloween a toda marcha. Me compré el disfraz, me maquillé y ahora verdaderamente me siento un poco rara, incómoda. Soy la única tonta que se preocupó", confiesa Dasha de 23 años, que se aburría en el club moscovita 'Krizis zhanra'. Vestida de bailarina de cabaret, 'embutida' en un corsé, la chica esperaba que esta noche fuera un poco diferente a las de siempre. Pero terminó ahí, sentada en un sillón con su cóctel y un café, que había pedido para no quedarse dormida, según dijo.
 
Atractivo por no ser 'obligatorio'


Entre decenas de personas comunes y corrientes se vio la punta de un gorro de bruja. Sin duda, este tocado le pertenecía a otro de los pocos que 'se preocuparon'. La dueña, una bruja negra improvisada llamada Alexandra, decía que para ella la fiesta tiene un significado especial. "Las fiestas nacionales, las que se celebran por todo el país, no son tan interesantes por el simple hecho de que sientes que 'debes celebrarlas'. Halloween es diferente, no supone obligación alguna. Si quiero estoy de fiesta, si no, no. Me elijo la ropa y vuelvo a la infancia. Es tan divertido. Aquí en Rusia a la gente le falta un poco de este ardor infantil, son demasiado serios los rusos, estructurados y no quieren verse ridículos con estos disfraces, por eso la fiesta no tiene tanta popularidad. A mí justamente lo que me encanta es la ridiculez y la posibilidad de pasar de la raya que marca la cotidianidad". La joven no sólo se preparó el atuendo, sino que también llevaba su propia calabaza con una vela encendida dentro. Dijo que la hizo en el trabajo, mientras todos sus colegas se reían de ella. "Me dijeron que era una loca", ironiza.

Su compañera, Flora de 22, otra bruja de impermeable negro con tachuelas metalizadas, contó que su gorro cónico lo había hecho con sus manos especialmente para la ocasión. "Me encanta coser y cada año hago alguna prenda nueva para esta fiesta. Ya les presté un montón de cosas 'infernales' a mis amigas, así las voy familiarizando con los festejos de Halloween".

Ambas chicas reconocieron que lo que se celebra en los clubes rusos a duras penas merece ser llamado 'fiesta de Halloween'. "Espero que algún día la gente se libere de los prejuicios religiosos y culturales y pueda aprender a gozar de la vida", dijo Alexandra.

"No me interesa pintarme manchas de sangre"


Los jóvenes que formaban el paisaje nocturno no tenían maquillaje, pero no parecían en absoluto deprimidos. Dmitri de 25 años, que fue a bailar como todos los viernes, dijo que ve muy poca relación entre la extravagancia de los atuendos y el deseo de gozar de la vida. "No me gusta lo primero, pero sí me encanta lo segundo. Yo no me pinté manchas de sangre en la cara, ni traje el hacha porque no me interesa, es una fiesta totalmente ajena", aseguró, no sin cierta razón. La tradición de celebrar Halloween empezó a instaurarse en los años 90. Todos los 'encantos' occidentales de golpe empezaron a 'abalanzarse' sobre la gente que hasta hacía poco había estado aislada del mundo con un 'telón de hierro'. Algunas costumbres permanecen, otras no. La ropa excéntrica, el maquillaje espantoso, el pelo despeinado y teñido y los accesorios extraños han seducido a los jóvenes por lo absurdo y llamativo, y algunos pocos se han familiarizado con ello. Otras costumbres tan típicas para los estadounidenses como el 'trick-or-treating' (el famoso 'truco o trato' que dicen los niños cuando recorren las casas por la noche pidiendo una propina o golosinas a cambio de no hacer una broma) no han sido aceptadas en Rusia.

"Es un negocio, como San Valentín"

"Jamás me voy a poner todas estas bagatelas. Jamás voy a celebrar esta fiesta", dijo con insistencia Serguéi, de 30 años. "Es un negocio, igual que San Valentín. Una profanación total", agregó.

El coste de las "bagatelas", según calculan los disfrazados, alcanza los 100 dólares por persona. "El vestido me costó 2.700 rublos (unos 90 dólares) y las alas de ángel unos 700 rublos (25 dólares)", dijo Svetlana. "Si quieres algo realmente extraordinario, tendrías que desembolsar más, comprar accesorios, heridas, pero también se puede gastar menos. Siempre queda la posibilidad de rescatar alguna joyita en el placar de la abuela, quizá incluso se vea más convincente", bromeó.

El 33% de los rusos no sabe qué es Halloween

Según una encuesta realizada por el centro sociológico Levada, Halloween es celebrado en Rusia sólo por jóvenes para los que ese día supone una buena posibilidad de salir de fiesta. Sólo el 5% de los encuestados se mostraron interesados en celebrar Halloween, mientras que un 62% sólo sabe que esta fiesta existe pero no piensa hacer nada. Como un esputo final al corazón de los espíritus malignos va el último resultado: el 33% de los ciudadanos rusos directamente no tienen ni idea de qué es Halloween.

Eso sí, hace unos años el 100% no tenía ni idea. Así que si la progresión sigue el mismo ritmo, quizá en algunos años los rusos le darán con gusto al pelo verde, las ojeras azules y la sangre derramada en la cara. Claro, que no todos los días, sólo el 31 de octubre de cada año.

Inna Afinogenova, RT

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