Los instrumentos de Hieronymus Bosch no son útiles para tocar
La melodía de 'El Infierno musical' sólo se puede escuchar en la desgracia de estar allí, concluyeron los musicólogos de la ciudad británica de Oxford, que terminaron el proyecto de creación de los instrumentos mostrados en el tríptico famoso de Hieronymus Bosch ‘El jardín de las delicias’. Llegaron a la conclusión de que la mayoría de éstos no son útiles para tocar, por sus particularidades de construcción. Sólo algunos permiten interpretar algo con ellos, pero el sonido emitido es “aborrecible”.
Algunos meses tardaron los científicos y artífices del Museo de Instrumentos Musicales Bate en Oxford para construir los instrumentos. Sin embargo, no lograron hacer todos los creados por la imaginación de Bosch. Según el director del museo, Andrew Lamb, sólo dos se pueden tocar: la flauta y el tambor.
Hecho a base del ‘esbozo’ de Bosch, el laúd se desmorona durante los intentos de ajustarlo. La zanfonía no emite ni una melodía, y además lleva una cuerda más de las que se necesitan. En el arpa es imposible tocar la octava, mientras que de la trompeta no se consigue emitir un grupo de sonidos natural.
A pesar del fracaso del proyecto, Lamb dijo que valió la pena y que mereció los esfuerzos gastados, pues permitió "ampliar las fronteras de la educación musical".
El tríptico de Hieronymus Bosch ‘El jardín de las Delicias’ se considera una de las obras más famosas del pintor. Existen múltiples explicaciones del sentido de la obra, pero de ni uno de éstos fue reconocido como el único correcto. Los instrumentos que construyeron los científicos británicos fueron mostrados en la parte derecha del tríptico, que lleva el nombre de ‘El Infierno musical’. La obra entera se puede contemplar en el Museo del Prado en Madrid, España.
El simbolismo de los instrumentos en la pintura de Bosch: una de las versiones.
El Museo del Prado en Madrid también guarda otra obra maestra de este pintor neerlandés: ‘Los siete pecados capitales’. Entre los vicios humanos 'inspirados' por 'un demonio de fornicación' se destaca la voluptuosidad y la concupiscencia.
Los historiadores del arte destacan que Bosch atribuía al mundo su rasgo de perversión completa con sus bailes y canciones obscenas. Y en la parte dedicada a la voluptuosidad, los instrumentos musicales que provocan esta actividad simbolizan la concupiscencia sexual.
En la parte derecha de ‘El jardín de las delicias’ los instrumentos que servían al pecado se convierten en armas de castigo, mientras que los verdugos llevan los símbolos sexuales de los sueños de la gente, según ciertos críticos. Así, los demonios y brujas bailan con las almas de los pecadores y las llevan alrededor de la gran gaita, el símbolo masculino.
El conejo inocente que en la pintura tiene el tamaño de un ser humano, en el cristianismo fue símbolo de la inmortalidad de la alma y de la abundancia. Bosch lo muestra como un animal grande que toca la corneta y ponea al pecador con su cabeza al fuego de infierno.
Los grandes instrumentos musicales torturan a la gente en la oscuridad de la mágica parte central del tríptico. Baste mencionar en este sentido la 'crucifixión' con las cuerdas del arpa de un pecador al lado de una orquesta infernal, que toca las notas escritas en las nalgas de otro pecador.
Los científicos del museo de Oxford probaron que la tortura se ejecuta no sólo físicamente, lo que vemos en la pintura, sino también con un sonido horrible, que ahora podemos parcialmente escuchar en el museo.