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La amistad entre el ranchero R. Garst y Nikita Jruschov, en versión teatral

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‘Paz a través del maíz’. Así se llama la pieza sobre las relaciones entre el famoso ranchero de Iowa, EE. UU., Roswell Garst, con el alto mandatario soviético Nikita Jruschov, que le visitó en 1959 durante su viaje al Nuevo Mundo. Garst, conocido entonces en la URSS por sus libros de cómo cultiva
La amistad entre el ranchero R. Garst y Nikita Jruschov, en versión teatral

‘Paz a través del maíz’. Así se llama la pieza sobre las relaciones entre el famoso ranchero de Iowa, EE. UU., Roswell Garst, con el alto mandatario soviético Nikita Jruschov, que le visitó en 1959 durante su viaje al Nuevo Mundo. Garst, conocido entonces en la URSS por sus libros de cómo cultivar maíz, intentó convencerle de que no hay un producto menos exigente y más sano que éste y que su cultivo elevaría a otro nivel la esfera agrícola soviética.

El estreno de la obra, escrita por Cynthia Mercati y producida por Robert John Ford, se celebra hoy en el colegio Indian Hills Community. La parte de Nikita Jruschov es interpretada por el actor John Earl Robinson y la de Garst, por Michael Cornelison. Cada uno de los ocho espectáculos planeados para enero y febrero empezarán con una canción original de Chad Elliot, del poblado Coon Rapids, donde fue el mandatario ruso hace más de 50 años. En el final del espectáculo, se celebrará una discusión con la participación de las nietas del ranchero legendario, Liz y Rachel Garst.



Hace un año y medio, la sociedad del Estado de Iowa celebró ampliamente el medio siglo de la visita de Jruschov a la finca de Garst. Jruschov fue entusiasmado con las ideas de Garst y el ranchero organizó la venta de granos de maíz a la URSS y de tecnología para su crianza.

Los 'personajes' de esta historia se conocieron y se hicieron amigos en la URSS, donde Garst fue varias veces para compartir su maestría y conocimiento en la esfera. En la época de la guerra fría, cuando el mundo se balanceaba al límite de una catástrofe nuclear, los dos amantes de la tierra y la agricultura “lograron establecer vínculos humanos únicos, basados en la admiración mútua por el progreso de la agricultura, el amor compartido por las buenas bromas y las discusiones calientes”, como describió la prensa.

La visita a la finca fue parte del plan de los líderes estadounidenses, que con la invitación de Jruschov al país querían apaciguar la intención del ruso de acabar con la parte occidental de Berlín, que lo llamaba “un tumor maligno”. El líder soviético blandía las armas nucleares y las negociaciones con el excéntrico jefe resultaron poco fructíferas. Así, el entonces líder estadounidense Dwight Eisenhower tomó la decisión de invitar a Jruschov a EE. UU. Esta fue la primera visita de un líder soviético al Nuevo Mundo.



Pero la primera charla entre el mandatario soviético y el ranchero se celebró mucho antes, en 1955, en Crimea. Los historiadores rusos y estadounidenses lo describen muy diferente.

“Mi padre y Garst se gustaron uno al otro: ambos adoraban la tierra, podían discutir sobre el maíz, la soja, las habas, durante horas”, recuerda el hijo de Jruschov, Serguei, en su libro ‘El reformador. Un libro sobre mi padre’. “Al trabar conversación, mi padre preguntó qué pensaba el ranchero sobre nuestra agricultura. Sin fórmulas diplomáticas, Garst lanzó: “es que la agricultura soviética viene con un retraso de 15 años al respecto de las necesidades de la población soviética, que crece, mientras los rancheros americanos logran adelantar este crecimiento con los mismos quince años. De aquí surgen problemas en ambos países: un déficit en la URSS y una sobreproducción en EE. UU.”

A la pregunta de qué aconsejaría Garst, el ranchero, con buen sentido del negocio, dijo: “comprad nuestros cereales y así eliminaréis su déficit. Mientras, nosotros, la sobreproducción”.

El biógrafo estadounidense de Nikita Jruschov, el historiador William Taubman, en su libro ‘Jruschov y su época’ pone su versión de la discusión histórica:

“-¿Por qué saben tan poco sobre la agricultura americana? Si necesitan solo tres semanas para obtener el proyecto de nuestra bomba nuclear, ¿por qué no pueden lograr 'robar' nuestros secretos de crianza de maíz?-, preguntó Garst.

“-No, usted se equivoca. Solo dos semanas-, bromeó Jruschov”.

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