Hombres bordadores de Siberia
El bordado artístico moderno no siempre es obra de manos femeninas talentosas. Así lo demostraron los hombres de Siberia, quienes organizaron una exposición de sus creaciones, hecha con bastidores para bordar. La muestra, bajo el nombre ‘El estilo masculino’ cuenta con íconos, retratos, paisajes e imágenes de la vida cotidiana y se celebra en el Museo Estatal de Historia de Literatura, Arte y Cultura de Altai, en la ciudad de Barnaul y está enmarcada en el festejo del 23 de febrero, Día del Defensor de la Patria, jornada en la que tradicionalmente se bendice a todos hombres del país.
Muchos de los participantes de la exposición heredaron la maestría de sus abuelas y madres, otros recuerdan las clases en los colegios donde las profesoras les enseñaban a bordar servilletas para regalarlas después a sus madres con motivo de la fiesta primaveral que se celebra el 8 de marzo. Estas servilletas también se pueden ver en la exposición.
El participante más joven de la muestra tiene ocho años, mientras que el más veterano, casi 70. Algunos de ellos ofrecen clases de su maestría en la propio recinto de la exposición.
En realidad, algunas clases de bordado siempre gozaban de un “monopolio” masculino por el carácter de la tecnología de su producción. Primero que todo, se trata del bordado con alambre dorado o plateado. Ya que para estirar este tipo de alambre a través de tela tenían que aplicar mucha fuerza física. Y decoraban no solo los tejidos, sino además las sillas de montar, bolsos de pelo, estuches para pistolas, aljabas para flechas y también los zapatos mediante el bordado.
El resultado se puede ver, por ejemplo, en la amplia colección del Museo Hermitage o la Armería del Kremlin. Manos masculinas son también las autoras de un “Saadak” del año 1666, un juego de armas del arquero a caballo, compuesto de arco en estuche y flechas en una funda. En la colección del Kremlin también hay otra obra maestra realizada por hombres, se trata de una de las sillas de montar más preciosas de toda Rusia. Es una pieza del siglo XVII, obra del maestro Iván Popov. Cabe destacar que en los talleres de los zares rusos existían artesanos que se especializaban solo en la producción y decoración, e incluso el bordado, de la indumentaria militar.
En museos de todo el mundo se puede contemplar las obras del don masculino a la hora de bordar. Entre otros objetos están las pinturas que se usaron como decoración de paredes, camas o manteles de fiesta, que fueron realizados por artesanos medievales. La provincia francesa de Bretaña recuerda que el privilegio de bordar chalecos solamente lo tenían los hombres, y los historiadores de Alsacia explican la tradición de regalar a la novia una servilleta de gala bordada por el novio, una costumbre que existía allí hasta el fin del siglo XIX. En el Museo Nacional de Estocolmo se puede contemplar las obras del rey Gustavo V de Suecia, quien gobernó en el periodo comprendido entre 1907 y 1950, y que era un auténtico maestro bordando usando la técnica del punto de cruz.
Se sabe que antes de la llegada de Colón a América, eran precisamente los hombres de las tribus aborígenes los que hacían y decoraban la ropa para los sacerdotes y los caciques. El bordado de los cinturones de gala y los grandes sombreros en México, es todavía un oficio masculino.
En Rusia se puede encontrar un ejemplo de bordado masculino único en todo el mundo. Se trata del casco y el manto del rey de las Islas Hawái Kamehameha El Grande. Están bordados con plumas pequeñas de pájaros de color rojo y amarillo. Se puede ver en el Museo de Antropología y Etnografía Pedro El Grande (Kunstkámera). Hay al menos diez mantos de este tipo en todo el mundo, incluido el del rey Kamehaneha. La labor de bordarlos, también fue un privilegio solo de hombres.