El fútbol levanta pasiones y en ocasiones se vislumbra en las tramas del séptimo arte. Ahora se han reconstruido los inicios nada fáciles del campeonato mundial de fútbol en 'Montevideo, Bog te video' ('Montevideo, una visión divina'), del director serbio Dragan Bjelogrlić, que la ha presentado a competición en el marco del concurso principal del Festival Internacional de Cine de Moscú 2011.
La cinta cuenta el difícil camino de la selección de Yugoslavia hacia el primer Mundial de Fútbol de la historia, que tuvo lugar en Montevideo en 1930. Todos conocen el resultado: Yugoslavia venció a Brasil por 2 goles a 1 y derrotó a Bolivia por 4–0. Pasó a semifinales, pero no pudo avanzar a la final tras perder frente a Uruguay por 6–1. En la final Uruguay se encontró con Argentina, que había derrotado a EE. UU. también por 6–1. Tras un tenso partido, la selección anfitriona venció a la 'albiceleste' por 4–2.
Sea como fuere, para Yugoslavia el cuarto lugar en la primera Copa Mundial fue un triunfo totalmente inesperado y el mejor resultado en toda su historia. Sin embargo, muy pocos se acuerdan de lo difícil que fue el camino de la creación del Mundial y concretamente del equipo yugoslavo, considerado un 'outsider'. 81 años después el director serbio decidió recordarlo.
Según acentúa Bjelogrlić, la obra es una verdadera reconstrucción: está basada en los hechos y personas reales y recrea todos los detalles cotidianos de la vida en Yugoslavia durante este período entre las dos guerras mundiales. Detalla que los artistas que participan en el proyecto tienen la misma edad que los personajes a los que dan vida, por lo que la mayoría de los jugadores es interpretada por actores que todavía son estudiantes. Además, antes de empezar las grabaciones todos los jóvenes que representan a futbolistas en la cinta tuvieron clases de fútbol durante 1,5 años.
El filme empieza en la primavera de 1930, cuando la Federación Nacional de Fútbol de Yugoslavia recibió una invitación oficial para participar en el primer Mundial en Montevideo. Pero en el país no había selección -por los problemas políticos entre serbios y croatas se produjo un boicot croata, de donde eran los mejores jugadores y el entrenador, y abandonaron el equipo-, ni siquiera había un fútbol realmente profesional. La capital, Belgrado, contaba con dos clubes importantes pero sus jugadores eran jóvenes sin oficio ni beneficio que no ganaban dinero con esta afición.
La Federación, compuesta por un doctor, algunos hombres de negocios y el jefe de la cárcel capitalina, empezaron a buscar la financiación, los futbolistas y el entrenador. La búsqueda parece algo caótica y surrealista. Una noche ven a un hombre caminando por un cable eléctrico entre los tejados como si fuera un funambulista solo para agarrar una paloma blanca. Deciden que él es la persona adecuada para el puesto, alguien lo suficientemente loco como para aceptar ser entrenador de una selección inexistente. Se trataba del arquitecto Boško Simonović.
La esperanza para encontrar a los jugadores surgió cuando se tocó fondo. Tras una pelea masiva, los miembros más destacados de los dos clubes rivales capitalinos pasan juntos una noche en una celda. Se hacen amigos y la Federación decide incluirles a todos en la selección. Bajo la lluvia y el barro hasta las rodillas, Simonović empieza a formar a partir de viejos enemigos un equipo. Pero sigue faltando la financiación para cruzar el charco hasta Uruguay. Nadie quiere invertir en un 'negocio' tan inestable.
Finalmente, se decide que en vez de Yugoslavia sea la selección de Bulgaria la que vaya al Mundial, ya que está compuesta por profesionales de alto nivel y financiada por las autoridades de su país. Antes de eso los búlgaros van a Yugoslavia para jugar un partido amistoso con la selección serbia. Y este partido cambia la historia del fútbol, historia que ya conocemos.
Según comentó el director de programas del Festival de Cine de Moscú, Kiril Razlógov, 'Montevideo' de Bjelogrlić no corresponde al formato de un festival de cine ya que "no es una cinta para los críticos, es para el espectador".
Bjelogrlić, por su parte, argumenta que jamás entendió la división entre el cine comercial y el cine de festival. Explica: "Me cansé de ver cómo en cada película lanzada en el territorio de la antigua Yugoslavia durante los últimos 15 años los cineastas ennegrecían su país para que su obra disfrutara de éxito en Occidente. Por eso quise hacer una cinta que no tuviera espíritu nihilista".
El cineasta descartó la propuesta de los críticos rusos de proponer al ministerio de Deporte de varios países, Rusia entre ellos, y a la FIFA que usen el filme como un manual en entrenamiento para los futbolistas profesionales. Comentó que después del excepcional éxito que tuvo la obra en todos los países de la antigua Yugoslavia, sus servicios serían demasiado caros para los deportistas.
Marina Mash, RT