En el año 2011 el mayor escenario ruso renacerá en todo su esplendor. Los restauradores darán lustre a las águilas bicéfalas doradas, resucitarán el legendario telón de gala perdido, llenarán las sillas con crin y alga y revelarán una parte casi desaparecida de la historia teatral el siglo XIX.
El escenario y los entablados de las salas de ensayos del Teatro Bolshói han visto pasar a un gran abanico de los más brillantes coreógrafos, bailarines y cantantes de Rusia: Maia Plisétskaia, Vladímir Vasíliev, Ekaterina Maksímova, Uri Grigoróvich, Maris Liépa, Sergéi Lémeshev, Fiodor Shaliapin, Márius Petipá y muchos otros. Cuando empezaron a cambiar el escenario, los artistas cogieron los trozos de su madera como recuerdo del mítico foro. Lo mismo ocurrió con el parche para el telón luminoso con las letras CCCP (URSS) bordadas en oro.
El objetivo principal de la reconstrucción y restauración del Bolshói es conservar la imagen histórica del teatro. Con las labores de rehabilitación, el ambiente y el aspecto del recinto se podrá contemplar sin necesidad de acudir a las fotos y los trozos de madera de escenario guardados en las colecciones privadas. Las innovaciones técnicas sólo servirán para reforzar este objetivo.
Una de las sorpresas que aguardará a los visitantes del nuevo Bolshói se ubicará bajo el teatro. Tras la reconstrucción, la superficie del edificio se aumentará de 40.000 a 80.000 metros cuadrados. El inmueble contará con seis plantas subterráneas con estacionamiento para vehículos, guardarropas, camerinos, talleres de decoración, almacenes y una sala para ensayos orquestales y conciertos de cámara. Es aquí donde a los visitantes les espera la revelación más importante: podrán contemplar frente a ellos el pórtico trasero histórico del primer edificio del teatro quemado en 1853. Unos fragmentos de la llamada columnata norteña del arquitecto Osip Bove fueron salvados del incendio y se presentarán por primera vez en la sala de cámara. El diseño de la misma sala se mantiene en secreto.
Según los planes arquitectónicos, la superficie del escenario se duplicará según las necesidades acústicas. El suelo que se empleará para el ballet absorberá el sonido y hará lo contrario en el caso de que la representación sea una ópera.
Además, el emblemático teatro contará con una legendaria acústica perdida en los años 30 del siglo XX. La compañía Muller BBM, que participó en la restauración acústica del teatro La Feniche de Venecia, aplicará nuevas y modernas técnicas.
Para restaurar las balaustradas de madera y recrear las galerías de hierro fundido y las lámparas de araña, se ha acudido a talleres especiales de reparación.
El primer edificio, construido en 1780, era de piedra y fue necesario reconstruirlo dos veces a causa de sendos incendios. El teatro levantado en 1856 fue nombrado el teatro imperial. Los restauradores dicen que las lámparas doradas de pared de aquella época han sufrido mucho, pero no a causa del paso del tiempo, sino por los trapos y cepillos empleados por las limpiadoras. En su reparación se ha tenido que añadir trozos de oro, como ha ocurrido con las lámparas de araña, testigo de la coronación de Nikolai II y que pesan 300 kilogramos.
De la misma época se guardará en los palcos teatrales el símbolo de los emperadores rusos: las águilas bicéfalas doradas. Se volverá a contar con tres palcos teatrales: trasero, de estreno y de emperador. Los restauradores han encontrado en uno de ellos la llamada muralla acorazada hecha especialmente para Iósif Stalin, preocupado por su seguridad. El líder soviético solía escuchar en el palco los coros que trabajaban en la interpretación del himno estatal.
Las sillas historicas del Bolshói también contienen sus secretos. Están acolchadas con el material especial hecho en los telares del siglo XVIII de un monasterio ruso. Pero poca gente sabe que dentro de las sillas hay crin y alga para mantener la forma.
Una de las restauraciones históricas más relevantes es la recreación del telón. El telón dorado de la época soviética se cambiará por una réplica del telón del siglo XIX. En lugar del escudo estatal que ocupaba su superficie, se reconstruirá la imagen de uno de los eventos más importantes de la historia rusa: la llegada de los príncipes libertadores Minin y Pozharski a Moscú. En la recreación pictórica se puede observar como los caballos entran al Kremlin tras salvar a la capital de la invasión de los polacos. El gigantesco telar sin costuras sólo se puede observar en su conjunto desde una altura de siete metros.
Por último, el campanario (peculiaridad de la que no dispone ningún otro teatro en el mundo), se ubicará en su lugar histórico y sus 40 campanas, seleccionadas según su tonalidad, junto con la más grande de cinco toneladas, volverán a sonar en óperas como Boris Godunov, Una vida por el Zar o El Príncipe Ígor.