El destacado director George Cleve ha ofrecido un concierto en homenaje a la alegría en vísperas de los carnavales de fin de octubre. La noche enmascarada en El murciélago (de Strauss hijo) o El país de sonrisas (de Franz Lehár) representaron —junto con otras operetas— el estilo ligero en que se interpretan las peripecias amorosas. Igualmente, el maestro también ha propuesto obras que sirven de pretexto para realizar bromas musicales.
Bajo este último punto se encontraría la famosa polka Bajo truenos y relámpagos (de Strauss hijo), La Marcha Radetzky (de Strauss padre), o el aria de Juditta Mis labios besan tan cálido en la Viuda Alegre. Como se suele hacer en estos casos, para el director la audiencia se convirtió en otro instrumento de percusión bajo la dirección de su batuta y la ilustre primera cantante Hibla Gerzmava (soprano) transgredió el estilo académico al bailar durante los episodios musicales.
“En mis labios cada beso es verdadero vino
En mis manos el amor es más que divino
Y esto está escrito en las estrellas
Que el hombre debe besarme y amarme.”
El aria más esperada por toda la audiencia fue la de Mister X. Tanto la versión de cine, como la misma opereta La princesa del circo (obra de Emmerich Kalman), son muy populares en Rusia gracias a la interpretación del barítono Georg Ots. Su héroe —un aristócrata y artista de circo— es ejemplo de la dignidad irreprochable, de la hombría, del alma delicada y romántica. Incluso para el mismo George Cleve, originario de Viena —ciudad que posee una historia rica de operetas— esa historia pareció nueva y milagrosa. Esta noche Vasili Ladiuk, laureado con diferentes premios musicales en España y Japón, no pudo continuar cantando en alemán (el idioma original del libreto) tras entender que el público ruso está más acostumbrado a oír la interpretación en su propio idioma.
“Pétalos de flores cayendo sobre la arena,
Y nadie sabe qué tan solitario es mi camino
Mi destino es cruzar a través de la nieve y el viento
Y en ninguna parte brilla la ventana querida.
Estoy cansado de abrigarme junto al fuego ajeno
Pero, ¿Dónde se encuentra el corazón que me ame?
Vivo sin caricias, ocultando el dolor
Siempre enmascarado
Éste es mi destino.”
Asimismo, el maestro Cleve confiesa que la música debe ser divertida. A veces pone a prueba la paciencia de la audiencia con pausas un poco más largas de las que estableció el compositor en la partitura. Sin embargo, conoce los límites, destacando que la interpretación personal del director consiste en la posibilidad de leer el pentagrama entre líneas, respetando, al mismo tiempo, lo que está escrito por el compositor.
George Cleve es conocido como uno de los intérpretes más exigentes y escrupulosos de la música de Mozart, compositor cuyo espíritu musical volcó con alegría y virtuosismo a las partituras.