Polvo eres, y en óleo te convertirás...

El arte contemporáneo vuelve a exprimir su vena más polémica y radical de la mano del pintor checo Roman Týc, que ha montado una exposición en Praga con cuadros pintados con cenizas de personas fallecidas. Con el tema de la muerte como inspiración, el autor intenta llegar al alma del espectador haciéndole revivir el recuerdo de los que ya no están de la manera más directa y provocadora.

En la muestra 'El ladrón de tumbas' Týc expone 19 retratos realizados mediante impregnación de resinas con cenizas. Su técnica se asemeja a la que usó el maestro del pop art, Andy Warhol, con la excepción de que el estadounidense no usó restos de las personas muertas en calidad de tinte.

Para crear sus obras Týc se vale de los restos de ceniza que quedan después de la cremación y que, al no caber en las urnas fúnebres, se desechan. Lo sorprendente es que no se sabe cómo el autor de la exposición ha obtenido estas cenizas. Hay quien no descarta que fueran robadas.

Los modelos, personas de edad media, checos y extranjeros, están inspirados en imágenes reales de fallecidos que el artista obtuvo en los mismos cementerios y nichos de donde provienen las cenizas. Sin embargo, según afirma el dueño de la galería, no existe ninguna relación entre los dibujados y los materiales. Tampoco aparecen los nombres de los supuestos 'dueños' de las cenizas.

Este polémico proyecto no es el único en la obra de Týc. Hace unos años el artista sustituyó de forma subrepticia las luces verdes y rojas de 42 semáforos de Praga por otras mucho más llamativas. Entre la docena de monigotes que diseñó figura un Cristo, una persona orinando, un ahorcado y un borracho.