Andre lleva pintando toda su vida y sus obras, llenas de fantasías de dinosaurios, unicornios y viajes espaciales, ya tenían consistencia antes de que cumpliera los dos años. Su primer lienzo lo compuso mientras gateaba sobre él.
La niña derrocha su creatividad en un salón de casa de sus padres, el australiano Michael Andre y la rusa Nikka Kalashnikova. Durante su primera exposición, en 2011, Andre vendió todas sus obras en siete días, por valores que van desde los 3.500 a los 8.000 euros cada una.
Algunos críticos han encontrado en su estilo matices de Dalí, Picasso y Pollock.
Considerada la artista profesional más joven de la historia, "Aelita crea capas y remolinos de salpicaduras de pintura y utiliza brillos de neón iridiscente para crear un complejo cinético. Sus ritmos estructurales son inconfundibles y completamente instintivos, lo que refleja una comprensión de la composición que está mucho más allá de su edad. Su arte es complejo pero accesible, sofisticado aunque sin guía, y comunica una emoción que anima a la audiencia a dejar que surja su propio niño interior", afirman los organizadores de la galería.
No obstante, mientras algunos la consideran una niña prodigio, otros solo ven en ella un producto de ‘marketing’. Así, el prestigioso crítico y comisario de arte Noah Horowitz puso sobre la mesa una cuestión crucial: la galería donde expone Aelita es un local que exige a los artistas la cofinanciación de las exposiciones con una aportación mínima de unos 3.500 euros.