Los libros están sellados pero cuando el futuro lector quita el envoltorio y las hojas entran en contacto con el aire, la tinta comienza a desaparecer. En ese momento empieza la cuenta atrás y el lector tiene solo sesenta días para leer la obra antes de que las hojas se queden en blanco.
La editorial emprendió este proyecto para ayudar a nuevos y jóvenes autores, para los cuales es bastante difícil abrirse camino en el mundo literario y encontrar lectores. Sin embargo, el libro ya ha sido todo un éxito y Eterna Cadencia planifica lanzar una nueva tirada con nuevos escritores.
Además los lectores están fascinados con la idea, dado que la fecha de caducidad de un libro los obliga a leer más rápido y a no dejar la lectura para otro momento más favorable. La única desventaja es que con las letras desaparece también la posibilidad de volver a disfrutarlo.