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La glorificación de Koliada o el día de 19 minutos

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El día más corto de la mayor ciudad del mundo al norte del Círculo Polar Ártico —Múrmansk— duró sólo 19 minutos y fue rematada por la noche más larga del año. Desde aquel momento la cantidad de luz de día comienza a aumentar periódicamente, fenómeno que los ciudadanos de la ciudad no alcanzan a a
La glorificación de Koliada o el día de 19 minutos

El día más corto de la mayor ciudad del mundo al norte del Círculo Polar Ártico —Múrmansk— duró sólo 19 minutos y fue rematada por la noche más larga del año. Desde aquel momento la cantidad de luz de día comienza a aumentar periódicamente, fenómeno que los ciudadanos de la ciudad no alcanzan a apreciar por estar viviendo la noche polar.

El 21 de diciembre es el día más corto del año gracias a la inclinación que presenta en esta época del año el globo terrestre: en un ángulo muy bajo y alejado del astro rey. Este año, exactamente el 22 de diciembre a las 10:08 (hora de Moscú), llegará el invierno astronómico, fenómeno que significa que el Sol tardará cada día un poco más en las ventanas de lugares como Quebec, la cuna de la América francohablante; San Petersburgo, considerada la capital norte de Rusia; el parque nacional y reserva Denali en Alaska y todas las otras partes de Europa y América del Norte en donde la inclinación del hemisferio produce los más notables efectos de este fenómeno.

Los pingüinos de la costa de la Antártida junto con los ciudadanos del Cono Sur de América Latina, por el contrario, estos días recibirán al verano astronómico. Los cientificos de las bases Bellinghausen (de Rusia), Villa Las Estrellas (de Chile) y Esperanza (de Argentina), ubicados en la Antártida, no pueden apreciar la llegada de la oscuridad. Mientras en el norte de Rusia reina la noche polar —cuando el Sol no aparece durante 24 horas durante unas semanas— los hielos eternos del sur del planeta gozan de 24 horas completas de luz en el día polar.

La Iglesia de la Santa Trinidad en la Isla Rey Jorge, muy cerca de aquella bases, guarda la luz de la fe ortodoxa a pesar de los cambios espaciales. Los eslavos de la época pagana tenían miedo durante el día más corto del año, miedo de que el Sol “débil” no volviera a levantarse el siguiente día y le ayudaban a su modo para recuperar su fuerza: encendían hogueras, lanzaban montaña abajo una rueda ardiente que simbolizaba al astro y hacían una ronda que giraba en contra de las manecillas del reloj.

La Iglesia de la Santa Trinidad en la Isla Rey Jorge, cerca de la base chilena Villa Las Estrellas, Antártica. Imagen cortesía de Eric A. Recabarren Iratchet, errefilms.blogspot.com

Históricamente este mismo día es considerado el día del nacimiento del Sol (tanto en Europa como en toda Rusia) y la noche previa simbolizaba el triunfo de la oscuridad. Entre más grandes las hogueras encendidas, más luz y alegría penetraban en la noche ayudando a desplazar a las fuerzas de la oscuridad que interrumpían el nacimiento del Sol.

En la Rusia precristiana el 21 de diciembre se celebraba la fiesta de Koliada. Como en muchos países cristianos, la tradición de celebrar el día del solsticio fue sustituido por las fiestas navideñas.

Sin embargo, los zares rusos guardaron la costumbre de entregar 24 monedas al jefe de los campaneros del Kremlin, persona encargada de anunciar por las principales campanas del país el hecho de que el sol comienza a describir su arco de verano; el día se alarga y la noche se reduce.

Kolovrat, el símbolo antiguo ruso del Sol y los dioses solares eslavos. Se consideraba el símbolo masculino y decoraba la ropa, banderas y armas con la creencia que esto daría victoria y fama.

 

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