El Año Nuevo es la fiesta anual más esperada en Rusia. Los niños sueñan con los regalos de Navidad, los adultos con que sus más ansiados deseos se hagan realidad y todos, amigos y desconocidos, desean a cada uno felicidad, bondad y alegría en el próximo año. Año Nuevo es una fiesta más laica que religiosa y hay que reunirse para celebrarla junto con los amigos más íntimos.
La tradición de celebrar la fiesta el 1 de enero apareció en Rusia hace tres siglos. Antes, enero no era diferente de cualquier otro mes, porque el año nuevo en religioso en sentido bíblico comenzaba el 1 de marzo y en el seglar el 1 de septiembre. El 20 de diciembre de 7208 según el calendario antiguo, el emperador Pedro I emitió un decreto en el que ordenaba celebrar el Año Nuevo el 1 de enero y considerar el año que comenzaba como el 1700 desde la Natividad.
Después del decreto de Pedro I "De la celebración del Año Nuevo" a la manera europea, el abeto se convierte en un símbolo de esta fiesta en Rusia. Siguiendo las órdenes del zar, los moscovitas adornaron por primera vez sus casas con motivo del Año Nuevo con ramas de pino, abeto y enebro según los casos.
Inicialmente, los árboles navideños fueron decorados con frutos secos, caramelos, frutas e incluso verduras, pero se comenzó a adornar el árbol mucho más tarde, a partir de mediados del siglo pasado. El abeto iluminado apareció en Rusia por primera vez en 1852 en San Petersburgo, en la estación de Catalina (ahora estación de Moscú). Esta tradición proviene de la comunidad de los residentes de origen alemán en el país. Los alemanes creían que la pícea (parecida al abeto común) es un árbol sagrado, en cuyas ramas viven buenos espíritus del bosque, defensores de la verdad. El árbol, que permanece verde en cualquier época del año, representaba la inmortalidad, la eterna juventud, la valentía, la lealtad, la longevidad y la dignidad.
A la noche antes de Año Nuevo se le llama "generosa". Una abundante mesa festiva, según la antigua creencia, garanizaría el bienestar en el próximo año y se consideraba clave para la riqueza de la familia. Por lo tanto, trataban de abastecerla con todo lo que quisieran tener en abundancia en el futuro. En el año nuevo servían carne, cereales y platos de arina, cocidos, compota de frutas, antigua bebida rusa kisel, cerveza y pasteles con diferentes rellenos.
También un gelatinoso postre dulce a base de frutas frescas y secas, jugos de frutas y bayas, jarabes, mermeladas, leche con añadido de patata o de almidón de maíz o fermento de maíz.
En el centro de la mesa de Año Nuevo ponían carne de cerdo (a menudo cochinillo de dos o tres semanas asado), que, por su fecundidad, consideraban como un símbolo de belleza.
Existía también la costumbre de que la mesa de Año Nuevo debía ser igual a la de Navidad en lo referente a su abundancia, pero no debían usarse para la comida aves de corral, aves de caza o conejo, ya que se consideraba que, de ser así, la felicidad podría volar o huir corriendo de la casa.
Para los rusos, ucranianos, bielorrusos y moldavos, el plato tradicional de Año Nuevo es la papilla dulce kutya y los panqueques. Esta papilla la cocinaban de granos enteros de trigo e incluso de varios tipos de cereales. A principios del siglo cocían figurillas de Año Nuevo de los animales domésticos: caballos, vacas y toros. Y cuando llegaban huéspedes a la casa, les regalaban estos postres, varios dulces y frutos secos. La tradición de pasear de una casa de vecinos a otra con bailes y canciones especiales se llama en Rusia koladky y es muy parecida a la tradición estadounidense de Halloween, aunque es más antigua.
Es igualmente tradicional papilla cocida de granos enteros de trigo (a veces de cebada u otros cereales, actualmente a menudo de arroz o, como se le llamaba antiguamente, de mijo de sarracenos), mezclada con miel o azúcar, a veces con pasas, nueces, leche e incluso mermelada.
También consideraban que el Año Nuevo se debe celebrar con un vestido y zapatos nuevos, como símbolo del inicio de una nueva etapa vital. Por lo general, antes de Año Nuevo se cobraban todas las deudas, se perdonaban todos los males, se hacían las paces y se pedía perdón por todas las ofensas. Antiguamente, la entrada de año se celebraba también sacando de las casas todos los platos y muebles rotos y lavando las ventanas y los espejos.
También en otros tiempos, se preparaba para la mesa de Año Nuevo un plato muy peculiar. En el siglo XIX lo preparaban en las casas nobles para los acontecimientos más importantes.
Esta comida, de elaboración muy complicada de elaborar, era muy cara y requiería de una habilidad extraordinaria por parte del cocinero. Una alondra eviscerada se colocaba en una perdiz y ella, a su vez, dentro de faisanes. Por lo último los faisanes, servían de relleno para un cochinillo.
Este plato lo cocinó por pimera vez un maestro francés para la emperatriz Catalina la Grande, por eso es más conocido como asado "emperatriz".
Después de la Revolución de 1917, de 1918 a 1935 el Año Nuevo no se consideraba un feriado oficial. Sin embargo, las familias celebraban el Año Nuevo y la Navidad por tradición, tratando de no mencionarlo en público. En diciembre de 1935, se autorizó oficialmente la celebración del Año Nuevo.
Fue en este momento cuando empezaron de nuevo a producirse y a aparecer en las tiendas y en los hogares de los ciudadanos los juguetes de Navidad: primero, muy simples, de algodón, tela, cartón y papel, y luego más brillantes y hermosos, parecidos a los pre-revolucionarios.
En el árbol de Navidad en la URSS, junto con los juguetes tradicionales, se colgaban estrellas de rubí y la bandera roja que representaba la Revolución de Octubre, los nuevos símbolos del país.
El sueño de todos los niños era la fiesta del árbol principal del país: primero en el Salón de la Columna de la Casa de las Uniones y, desde 1954, en el Kremlin.
Actualmente, la celebración de la principal fiesta nacional del año conserva muchas buenas tradiciones de todos los periodos de la historia de Rusia y sigue siendo un maravillo festejo de magia y alegría.