El mago de 39 años de edad salió ileso de la esfera de electricidad después de haber recibido durante 72 horas “un millón de voltios activos”, protegido exclusivamente con un traje de nueve kilogramos hecho con una malla de acero, un casco metálico y una visera para protegerlo de los rayos ultravioleta.
Con esa sencilla protección el ilusionista recibió cientos de rayos que siete bobinas Tesla le mandaron a su cuerpo al ritmo de música.
El objetivo del reto, en palabras de su protagonista, era también que los niños se interesasen por determinados aspectos de la física.
Además del peligro de electrocución, Blaine estuvo expuesto a peligrosos niveles de ozono y de óxido nitroso, explica su médico, Stuart Weiss. Sin embargo, un sistema de ventilación mitigó los efectos de estas sustancias.
Esta ha sido la última locura del ilusionista, que en anteriores espectáculos se enterró vivo durante una semana, quedó encerrado entre un bloque de hielo, intentó romper el récord mundial de apnea bajo el agua y pasó 44 días suspendido en una caja de plexiglás sobre el Támesis.